Iglesia Cristiana Encuentro Con Cristo - Temuco

martes, 24 de marzo de 2015

Bienaventurados los de limpio corazón



Al escuchar esta bienaventuranza podemos a simple vista pesar que nadie puede lograr este requisito que Jesús incluye en su discurso.  ¿Quién puede afirmar que tiene su corazón limpio?
Jesús conoce la condición del ser humano y aun así quiere darnos un mensaje importante para nuestro diario vivir desde una perspectiva de la fe.
Este texto nos introduce el tema del corazón, uno de los órganos más determinante de nuestro cuerpo. Para la Biblia el corazón es el timón de la persona. Proverbios 4:23 nos dice “sobre toda cosa guardada guarda tu corazón porque de él mana la vida”
El proverbio nos anima a resguardar nuestro corazón, como un tesoro,  para no permitir que este expuesto a ser dañado o robado. Un corazón dañado es un corazón que daña; un corazón rencoroso es un corazón que proyecta odio y así sucesivamente.
La idea del corazón es trasversal a toda la Biblia, Jesús prefería que su discurso fuera llevado al corazón y luego a una acción. Su expectativa no era que sólo lo escucharán sino que deseaba que su Palabra pasara de ser Información para volverse viva en la vida de cada persona y demostrada en las acciones cotidianas.
Como lo he dicho anteriormente las bienaventuranzas nos encaminan a nuestro SER. Su énfasis no está en el hacer, ni en la promesa,  está en la condición de ser, en este caso. el énfasis no es tener un poco el corazón menos sucio, ni intentar tener algo de limpieza. Categóricamente dice: Los de limpio corazón.
Este discurso de Jesús es un llamado a la pureza, al mismo tiempo es una denuncia social y religiosa. Este sermón es escuchado por aquellos que se caracterizaban por la incoherencia entre lo que decían ser y lo que realmente eran.
Estos eran los fariseos quienes se preocupaban por su apariencia externa, sus ritos religiosos que paradójicamente tenían que ver con ritos de purificación como los sacrificios, el lavamiento de las manos, el no tocar a nada/ nadie inmundo, quienes oraban en las sinagogas para ser vistos por otros. Pero en un interior eran hombres llenos de rapiña y de maldad, eran sepulcros blanqueados, limpios por fuera pero muertos por dentro.
Esta denuncia sigue vigente hoy día, pues al leer esta porción de la escritura, no nos queda otro camino que auto cuestionarnos ¿Qué es lo que tengo en mi corazón? ¿Qué es lo necesita mi corazón? ¿Qué quiere Dios en mí corazón?
El sermón del monte no puede ser escuchado como un discurso o una predicación humana, debe ser escuchado para la incomodidad y para la transformación. Este discurso en su totalidad nos brinda las bases de la ética cristiana. Del cómo vivimos de acuerdo a nuestra fe.
El problema de los fariseos, justamente fue que nunca permitieron que la palabra de Dios les transformara su corazón, el error fue el reduccionismo. Ellos tomaban la ley que fue creada por Dios con un sentido profundo y la convirtieron en solo conducta y no a un cambio de carácter en la persona.
Esta práctica le acomoda al cristiano moderno, siempre es más fácil decir que somos lo no somos, apelar a la conducta y esconder nuestro carácter del poder transformador de la Palabra. Es más fácil ponernos una lista de acciones que vendrían a demostrar que somos cristianos pero lo difícil es lograr un corazón realmente limpio en el que el doble estándar, ni la doble moral, ni la mentira, ni la apariencia.
Cuando hablamos de corazón desde el punto de vista de la Biblia estamos refiriéndonos al centro del ser, del carácter, de la personalidad del ser humano y es la fuente de donde proceden nuestros pensamientos, emociones y acciones.
Dios mismo nos afirma que del corazón nacen los problemas. Jesús dijo que del corazón sale los malos pensamientos, los homicidios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios y las blasfemias.
La sociedad dice que si el hombre está en un buen entorno social, político y económico este hombre tendrá un buen corazón pero la historia nos demuestra lo contrario, el hombre se extravío por primera vez en un ambiente perfecto y santo.
Si nosotros miramos nuestros problemas en la vida y vamos a buscar la causa llegamos a la conclusión de que procede del corazón.
Mientras nos dice Jeremías; “Engañoso es el corazón más que todas las cosas ¿quién lo conocerá?” Jesús nos esta diciendo que esta bienaventuranza, apela no a una limpieza superficial que se logra con un rito, sino que se refiere a aquel que es limpio en lo profundo, en la médula y en consecuencia lo es  en todo lo piensa, siente, dice y hace.
Esto nos enfrenta a un grave problema si la expectativa de Jesús es la limpieza pero al mismo tiempo sabemos que nuestro corazón nos engaña y no lo conocemos,  entonces,
¿Cómo logramos cumplir la expectativa de Jesús?

1.      Lo primero es que debemos reconocer que la condición de ser limpio de corazón es una condición sobre natural que no es normal al ser humano.
Todos nosotros por naturaleza tenemos el corazón sucio y eso implica  que debemos reconocer nuestra  incapacidad para auto limpiarnos.
Ninguna buena acción es suficiente para cumplir con el requisito de ser limpio de corazón.
Si usted en este día cree que tiene un corazón bueno y limpio esta es la primera señal de alerta porque lo más probable es que su corazón lo esté engañando. Y creernos limpios es el principal obstáculo para lograr un corazón un verdadero corazón limpio.  (Ejemplo de Pedro)

2.      Una vez reconocemos nuestra naturaleza, debemos asumir una actitud de contrición, lo que significa una verdadera tristeza por nuestro pecado, un deseo de arrepentimiento profundo y un anhelo de buscar la misericordia de Dios. El salmo 51 nos dice que David tuvo arrepentimiento de corazón y por ello fue llamado un hombre conforme al corazón de Dios.  El corazón contrito y humillado Dios no los desprecia.
La oración de David fue sencilla “dame un nuevo corazón”, es decir uno limpio uno sencillo y sincero, que está al descubierto, sin doble moral. 

El salmo 32 nos dice también que es bienaventurado aquel cuyos pecados le son perdonados porque cuando se callan los pecados los huesos de duelen pero cuando se confiesan hay libertad y dicha.
Entonces: la limpieza de corazón no es la ausencia de pecado sino la presencia continua del arrepentimiento

la limpieza de corazón no es la ausencia de pecado sino la presencia de la sangre de Cristo que nos limpia del pecado

3.      Finalmente quiero mencionar que esta bienaventuranza tiene que ver también con la purificación, no como la de los fariseos que lo hacían con ritos externos. No podemos hacer lo del dicho “el que peca y reza empata”
Debemos hacerlo como dice lo menciona Juan 15:3.
“Ustedes ya están limpios por la palabra que les he comunicado”
La limpieza de corazón se sostiene a través del poder transformador de la Palabra de Dios y el Espíritu Santo en la vida del creyente.
Por la palabra es útil para enseñar, reargudir, corregir e instruir en justicia a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.







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