Al
escuchar esta bienaventuranza podemos a simple vista pesar que nadie puede
lograr este requisito que Jesús incluye en su discurso. ¿Quién puede afirmar que tiene su corazón
limpio?
Jesús conoce la condición del ser humano y aun así quiere darnos un mensaje
importante para nuestro diario vivir desde una perspectiva de la fe.
Este
texto nos introduce el tema del corazón, uno de los órganos más determinante de
nuestro cuerpo. Para la Biblia el corazón es el timón de la persona. Proverbios
4:23 nos dice “sobre toda cosa guardada guarda tu corazón porque de él mana la
vida”
El
proverbio nos anima a resguardar nuestro corazón, como un tesoro, para no permitir que este expuesto a ser
dañado o robado. Un corazón dañado es un corazón que daña; un corazón rencoroso
es un corazón que proyecta odio y así sucesivamente.
La
idea del corazón es trasversal a toda la Biblia, Jesús prefería que su discurso
fuera llevado al corazón y luego a una acción. Su expectativa no era que sólo
lo escucharán sino que deseaba que su Palabra pasara de ser Información para
volverse viva en la vida de cada persona y demostrada en las acciones
cotidianas.
Como
lo he dicho anteriormente las bienaventuranzas nos encaminan a nuestro SER. Su
énfasis no está en el hacer, ni en la promesa,
está en la condición de ser, en este caso. el énfasis no es tener un
poco el corazón menos sucio, ni intentar tener algo de limpieza.
Categóricamente dice: Los de limpio corazón.
Este
discurso de Jesús es un llamado a la pureza, al mismo tiempo es una denuncia
social y religiosa. Este sermón es escuchado por aquellos que se caracterizaban
por la incoherencia entre lo que decían ser y lo que realmente eran.
Estos
eran los fariseos quienes se preocupaban por su apariencia externa, sus ritos
religiosos que paradójicamente tenían que ver con ritos de purificación como
los sacrificios, el lavamiento de las manos, el no tocar a nada/ nadie inmundo,
quienes oraban en las sinagogas para ser vistos por otros. Pero en un interior
eran hombres llenos de rapiña y de maldad, eran sepulcros blanqueados, limpios
por fuera pero muertos por dentro.
Esta
denuncia sigue vigente hoy día, pues al leer esta porción de la escritura, no
nos queda otro camino que auto cuestionarnos ¿Qué es lo que tengo en mi corazón? ¿Qué es lo necesita mi corazón?
¿Qué quiere Dios en mí corazón?
El
sermón del monte no puede ser escuchado como un discurso o una predicación
humana, debe ser escuchado para la incomodidad y para la transformación. Este
discurso en su totalidad nos brinda las bases de la ética cristiana. Del cómo
vivimos de acuerdo a nuestra fe.
El
problema de los fariseos, justamente fue que nunca permitieron que la palabra
de Dios les transformara su corazón, el error fue el reduccionismo. Ellos
tomaban la ley que fue creada por Dios con un sentido profundo y la
convirtieron en solo conducta y no a un cambio de carácter en la persona.
Esta
práctica le acomoda al cristiano moderno, siempre es más fácil decir que somos
lo no somos, apelar a la conducta y esconder nuestro carácter del poder
transformador de la Palabra. Es más fácil ponernos una lista de acciones que
vendrían a demostrar que somos cristianos pero lo difícil es lograr un corazón
realmente limpio en el que el doble estándar, ni la doble moral, ni la mentira,
ni la apariencia.
Cuando
hablamos de corazón desde el punto de vista de la Biblia estamos refiriéndonos
al centro del ser, del carácter, de la personalidad del ser humano y es la
fuente de donde proceden nuestros pensamientos, emociones y acciones.
Dios
mismo nos afirma que del corazón nacen los problemas. Jesús dijo que del
corazón sale los malos pensamientos, los homicidios, las fornicaciones, los
hurtos, los falsos testimonios y las blasfemias.
La
sociedad dice que si el hombre está en un buen entorno social, político y
económico este hombre tendrá un buen corazón pero la historia nos demuestra lo
contrario, el hombre se extravío por
primera vez en un ambiente perfecto y santo.
Si
nosotros miramos nuestros problemas en la vida y vamos a buscar la causa
llegamos a la conclusión de que procede del corazón.
Mientras
nos dice Jeremías; “Engañoso es el
corazón más que todas las cosas ¿quién lo conocerá?” Jesús nos esta
diciendo que esta bienaventuranza, apela no a una limpieza superficial que se
logra con un rito, sino que se refiere a aquel que es limpio en lo profundo, en
la médula y en consecuencia lo es en
todo lo piensa, siente, dice y hace.
Esto
nos enfrenta a un grave problema si la expectativa de Jesús es la limpieza pero
al mismo tiempo sabemos que nuestro corazón nos engaña y no lo conocemos, entonces,
¿Cómo logramos cumplir la expectativa de Jesús?
1.
Lo primero
es que debemos reconocer que la condición de ser limpio de corazón es una condición sobre natural que no es
normal al ser humano.
Todos nosotros por naturaleza tenemos el corazón sucio y eso
implica que debemos reconocer
nuestra incapacidad para auto
limpiarnos.
Ninguna buena acción es suficiente para cumplir con el
requisito de ser limpio de corazón.
Si usted en este día cree que tiene un corazón bueno y limpio
esta es la primera señal de alerta porque lo más probable es que su corazón lo
esté engañando. Y creernos limpios es el principal obstáculo para lograr un
corazón un verdadero corazón limpio. (Ejemplo
de Pedro)
2.
Una vez reconocemos
nuestra naturaleza, debemos asumir una actitud de contrición, lo que significa
una verdadera tristeza por nuestro pecado, un deseo de arrepentimiento profundo
y un anhelo de buscar la misericordia de Dios. El salmo 51 nos dice que David
tuvo arrepentimiento de corazón y por ello fue llamado un hombre conforme al
corazón de Dios. El corazón contrito y
humillado Dios no los desprecia.
La oración de David fue sencilla “dame un nuevo corazón”, es decir uno limpio uno sencillo y sincero,
que está al descubierto, sin doble moral.
El
salmo 32 nos dice también que es bienaventurado aquel cuyos pecados le son
perdonados porque cuando se callan los pecados los huesos de duelen pero cuando
se confiesan hay libertad y dicha.
Entonces: la limpieza de
corazón no es la ausencia de pecado sino la presencia continua del
arrepentimiento
la limpieza de corazón
no es la ausencia de pecado sino la presencia de la sangre de Cristo que nos
limpia del pecado
3.
Finalmente quiero
mencionar que esta bienaventuranza tiene que ver también con la purificación,
no como la de los fariseos que lo hacían con ritos externos. No podemos hacer
lo del dicho “el que peca y reza empata”
Debemos hacerlo como dice lo menciona Juan 15:3.
“Ustedes ya están limpios por la palabra que les he
comunicado”
La limpieza de corazón se sostiene a través del poder
transformador de la Palabra de Dios y el Espíritu Santo en la vida del
creyente.
Por la palabra es útil
para enseñar, reargudir, corregir e instruir en justicia a fin de que el hombre
de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.
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