Algunas personas han sugerido que la felicidad es el gran
problema del género humano, todos la
anhelamos, desafortunadamente los medios para alcanzarla a veces son
equivocados.
Se busca la felicidad eludiendo las dificultades pero el
resultado será una felicidad momentánea.
El engaño del pecado, como regla general, nos hace ver las
cosas como algo bueno que nos va a hacer feliz. Pero sin duda aunque nos da un
poco de alegría en últimas nos hace más infelices y desdichados.
Dios le hace una propuesta a la humanidad para encontrar el
camino a la verdadera felicidad, esta propuesta esta descrita a lo largo de
toda la escritura.
Por ejemplo, en el sermón del monte reportado por los
evangelios. En este Jesús define la
felicidad como el carácter guiado y sujeto a la voluntad de Dios.
La primera parte del sermón del monte son las bienaventuranzas. Mateo 5:
3
“Bienaventurado el pobre en espíritu porque de ellos es el reino de los
cielos”
Las bienaventuranzas tienen un
orden lógico y bien definido. Esta bienaventuranza, debe necesariamente ser la
primera porque sin en ella no hay acceso al reino de los cielos, al reino de
Dios.
No hay nadie en el reino de los
cielos que no sea pobre en espíritu y todas las bienaventuranzas siguientes son
el resultado de ésta.
Podemos afirmar que algo debe estar
vacio para que pueda llenarse. Es decir que debemos tener un vacío existencial
para poder ser lleno.
En este sermón Jesús nos afirma que
la vida cristiana es como una montaña que debemos escalar y lo primero que
debemos tener en cuenta al contemplar la montaña es que no somos capaces de
alcanzarlo nosotros por nuestros propios medios.
Esta bienaventuranza no tiene que
ver con la pobreza o riqueza económica.
De hecho la biblia no enseña
categóricamente que la pobreza económica sea algo bueno o la riqueza algo malo.
El pobre no está más cerca de Dios
que el rico.
Lo que el Señor condena en otros
pasajes es el amor al dinero y esa puede ser una condición del ser humano pobre
o rico.
Esta bienaventuranza se refiere al
pobre en espíritu.
Cuando hablamos de bienaventuranza, estamos hablamos de un
término usado por Dios para describir algo que los seres humanos no podemos
alcanzar fuera de él.
El término traduce como triplemente
feliz, dichoso y bendecido. Lo que nos dice es que Jesús nos propone no solo la
felicidad sino la posibilidad de sentirnos completos y plenos.
El concepto pobre en espíritu en el
AT se refiere a aquellas personas que por alguna situación están en desventaja
respecto a las otras. Por ejemplo, las viudas, los huérfanos y los enfermos de
quien Dios tuvo especial cuidado.
Jesús adopta este concepto para llevarlo a lo espiritual y describir
aquella persona que decide reconocer su incapacidad y por lo tanto depender de
Dios absolutamente tanto como un paralitico depende de otro para moverse.
Esta condición marca la diferencia
entre el hombre natural y el espiritual/ o el cristiano, entre el reino de Dios
y el de este mundo.
No hay condición que subraye y
ponga en relieve esta diferencia mejor que esta bienaventuranza.
El mundo insiste en la creencia y
en la dependencia de uno mismo, esta idea domina por completo la vida de los
hombres de este siglo.
A nosotros se nos dice que para
tener éxito no se puede ser débil, debemos mostrar nuestra capacidad y saber
que todo podemos hacerlo por nuestros medios o nuestro dinero.
Isaías 57:15 nos muestra la cualidad espiritual favorita de Dios.
Y la biblia nos presenta muchos
ejemplos de cómo hombres fueron pobres en espíritu y victoriosos en el Señor:
- Gedeón: Uno de los jueces en una época muy
difícil en Israel, azotados por el pecado y por las naciones vecinas. Dios le
envió un ángel para llamarlo a luchar por su pueblo, pero Gedeón dijo ¿Con
qué yo salvaré a Israel? Este hombre se estremecía porque reconocía que
en el no hay grandeza y honor.
- Moisés: Se sintió indigno de la misión que
se le encomendó y estuvo consciente de su insuficiencia.
- Isaías: Al ver a Dios solo pudo concluir
que es un hombre de labios inmundos.
- Y el mejor de los ejemplos, Jesús: Si bien
era Dios no se aferró a su divinidad, se hizo hombre y siendo hombre se expuso
en la cruz.
Siendo hombre, afirmó el padre: “El hijo
no puede hacer nada sin el padre”, “las palabras que yo les digo no son por mi
propia cuenta sino por el padre que mora en mí” Juan 14:10
El pobre en espíritu es:
- la persona
que vive con ausencia de orgullo y no descansa en su propia seguridad.
- La persona
que comprende que sin Dios no es nada, y que ninguna obra buena se produce en
nosotros sino es por el Señor.
- Implica que
agradecemos al Señor por lo que somos y por lo que tenemos pero que nuestra
confianza no reposa en eso sino en el hecho de ser sus hijos.
- La manera
de ser pobre en espíritu es poner los ojos en el Señor. Y no podemos poner los
ojos en él sin sentir que somos pobres, insuficientes y sentirnos que sin el
estamos vacíos.
Lo último
por decir es que no hay términos medios en la vida Cristiana. O
somos pobres en espíritu o somos altivos en espíritu.
¿En qué
lado estamos?
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