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jueves, 30 de enero de 2014

Jesús como el buen pastor


Jesús como el buen pastor
Juan 10 

Jesús emplea dos figuras en este pasaje, puerta y pastor para describirse como el YO SOY y en esta ocasión también utiliza la figura de ladrón y salteador para describir las obras de satanás y de los líderes que no cuidan su rebaño.
En este capítulo  hay una denuncia y una afirmación de Jesús. Quiero centrarme en la declaración que Jesús hace de sí mismo pero debo hacer una ligera mención acerca de su denuncia.
La denuncia: Jesús en esta declaración hace una denuncia por el estado crítico del liderazgo religioso de la época. En el contexto inmediato hay un ejemplo de esto: Los fariseos, líderes religiosos, expulsan de la sinagoga al ciego de nacimiento porque da testimonio de que Jesús lo sanó de su ceguera física y espiritual. 
Este acto de los fariseos no es un caso aislado, era para ellos la costumbre y es interpretado por Jesús como el ladrón que roba las ovejas, que las maltrata. Estos “pastores” no tenían buena relación con las ovejas, las maltrataban, en ellos no había amor ni misericordia.
Este modelo de religiosidad y legalismo no es el modelo que Jesús instituyó para su pueblo, no lo para la sinagoga y por supuesto, no lo es para la iglesia. De ninguna manera una iglesia o un líder o un pastor pueden maltratar o excluir a alguien de la congregación. 



La afirmación
Jesús afirma de sí mismo que es el buen  pastor. Esta figura nos remonta a una actividad común y bien conocida en los tiempos bíblicos; los pastores que cuidaban sus ovejas con paciencia y que  estaban dispuestos a enfrentarse a los animales feroces para defender a su rebaño.
Jesús es el buen pastor por excelencia, él entrega todo por amor a su pueblo. Marcos 6:34 “Y salió Jesús y vio una gran multitud y tuvo compasión de ella porque eran ovejas que no tenían pastor y comenzó a enseñarles
Este versículo nos enseña que una de las maneras en las que Jesús nos apacienta es con su enseñanza, estas nos llevan a poner nuestra confianza en él, ya que nos dan seguridad.
Juan destaca el cuidado de Jesús con su pueblo, describe a Jesús como el buen pastor con características especiales como el amor, el respeto, él conoce a cada oveja por su nombre, conoce sus debilidad y fortalezas. El  las conduce por sus buenos pastos.
La analogía de Jesús como pastor tiene una intensión implícita, porque Jesús quiere describir su relación el pueblo. Si él es el pastor implica que nosotros somos sus ovejas. No usó otra figura porque la oveja es un animal que no puede valerse por sí misma, es frágil, dependiente, de corta visión, no puede andar sola. Son tan frágiles que la única manera de sobrevivir es al lado su pastor, necesitan escuchar su voz.
Jesús se ve como pastor que vino a cuidar de la fragilidad del ser humano. Muchas personas creen que el cristianismo es de prohibiciones, de juicio pero en realidad lo único que quiere Jesús es apacentarnos, cuidarnos, amarnos y llevarnos por delicados pastos.
Jesús nos cuida de nuestra fragilidad y también del maligno quiere robar, matar y destruir (juan 10:10) El es el dador de la vida, en todo sentido tanto física como espiritual, demuestra su cuidado trayéndonos sustento, binestar y seguridad.
La vida que este pastor ofrece es una vida en abundante comunión con Dios, nos podemos entregar en sus manos de manera segura. Él lo dio todo por nosotros, aun su propia vida, para que en él tengamos vida. El mismo se coloca bajo el juicio de Dios por cada uno de nosotros para asumir nuestra culpa y nuestro pecado.
La figura del buen pastor nos deja ver la preocupación de Dios por su pueblo necesitado, desamparado y sin esperanza. Y aún siendo el el buen pastor se expone como oveja que fue llevada al matadero, sin abrir la boca para darse por nosotros.
La muerte y la resurrección le dio el derecho a Jesús de ser el gran pastor prometido en el Antiguo Testamento (hebreos 13:20-21), Él es nuestro pastor de ahora que nos cuida pero también  es el príncipe de los pastores, una figura escatológica que nos promete la corona incorruptible de gloria en los tiempos postreros.
Si vivimos junto al pastor debemos pensar en varias cosas:
1.     Somos ovejas, debemos aceptar nuestra fragilidad, nuestra torpeza y eso es dejar a un lado nuestra autosuficiencia. El redil de Dios sólo hay espacio para las ovejas
2.     Jesús nos conoce y quiere que lo conozcamos. No es posible conformarnos sólo con el hecho de que él nos conoce. El quiere que le conozcamos, no con un conocimiento intelectual sino con un conocimiento de intimidad que crece en oración, en adoración, en reflexión de su palabra. Conociendo, oyendo y obedeciendo su voz cuando nos habla. (llamada del esposo).
3.     Es necesario seguirle: Es posible conocer al buen pastor, reconocer su voz y todavía decidir no seguirle. Una oveja que oye la voz de Dios y no le sigue no va a disfrutar de la provisión del pastor, esto la hace más vulnerable a los ataques del enemigo porque cuando se duerme fuera del redil estamos desamparados. La figura del pastor que nos presenta el salmo 23 es muy atractiva porque  nos encanta recitar “nada me flatará”, pero dejamos del lado al pastor de ese salmo, dejamos de lado su cayado, dejamos del lado su vara, dejamos del lado el seguirlo y no desviar nuestra mirada hacia otro lado.
La invitación de Jesús, es que nos declaremos sus ovejas, que le conozcamos y le sigamos. En pocas palabras que pongamos nuestros ojos en el pastor y dependamos de él.



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