Lucas 22:39-46
Julián Aristizabal
Hay
un dicho popular que dice: Camarón que se duerme… se lo lleva la corriente.
Este
dicho hace referencia a que no hay que ser perezoso ni dejar nuestras
obligaciones, sino estar alerta y ser diligente para que todo funcione bien. Es
evidente que el que no sabe mantenerse atento a sus asuntos puede ver cómo
estos se echan a perder.
Parece ser que los discípulos nunca
escucharon este refrán…
Lucas 22:39-46
Jesús salió de la ciudad y, como
de costumbre, se dirigió al monte de los Olivos, y sus discípulos lo siguieron. 40 Cuando llegaron al
lugar, les dijo: «Oren para que no caigan en *tentación.» 41 Entonces se separó de
ellos a una buena distancia, se arrodilló y empezó a orar: 42 «Padre, si quieres,
no me hagas beber este trago amargo; pero no se cumpla mi
voluntad, sino la tuya.» 43 Entonces se le
apareció un ángel del cielo para fortalecerlo. 44 Pero, como estaba
angustiado, se puso a orar con más fervor, y su sudor era como gotas de sangre
que caían a tierra.
45 Cuando terminó de
orar y volvió a los discípulos, los encontró dormidos, agotados por la
tristeza. 46 «¿Por qué están
durmiendo? —les exhortó—. Levántense y oren para que no caigan en tentación.»
Durante esta semana recordamos
la última semana de Jesús. Es interesante que la semana empieza con el domingo
de ramos en el que se recuerda la entrada triunfal a Jerusalén, en la que Jesús
es aclamado por la multitud como rey victorioso y libertador.
Sin embargo esta escena muestra a Jesús que ya
no esta rodeado por la multitud, ni siquiera sus discípulos lo acompañan en un
momento crucial y difícil de su ministerio.
Los que un día lo aclamaron rey estarán prontos a condenarlo y llevarlo
a la cruz.
Este episodio
en el Getsemaní nos revela el acto más solemne de Jesús ya que el reino
de Dios iba ser establecido; los poderes de la oscuridad, el infierno mismo
uniría todas las fuerzas posibles y se combinaría con la maldad humana para
impedir si fuere posible, que se hiciere
la voluntad de Dios.
En este pasaje observamos
tres escenas:
1.
La
instrucción de Jesús (40)
Jesús instruye a sus
discípulos con una sola petición imperativa que pone en contexto la tensión
espiritual del momento: Oren para
que no entren en tentación .
Jesús era consciente de las tentaciones que lo
rodeaban porque su hora se había acercado, era el momento que los discípulos
buscaran el rostro del Señor, era el tiempo de dejar de hacer lo que
estaban haciendo para orar bajo la dirección del Señor.
Esta petición establece una
relación directa entre la oración y la tentación, es decir que el Señor
puso en alerta a los discípulos.
Esta misma relación sigue vigente hasta el día
de hoy, como dice el dicho popular “El que no ora, el diablo lo devora” y “el
que no ayuna el diablo se lo desayuna”.
2.
El
acto de Jesús (41-42)
La parte central de este
pasaje sin duda es la oración de Jesús al padre. El v 42 Jesús mismo es
coherente con su petición de orar y con sus discursos apela voluntariamente al
agrado del padre: hágase como tú quieras y no se
haga como yo quiero
Este pasaje nos muestra la agonía de Jesús y en su agonía
nos revela cuál es la tentación de
la que Jesús advierte a sus discípulos: La causa del sufrimiento de Jesús,
el motivo de su oración es para no caer en la
tentación de hacer su propia voluntad sino de rendirse ante los planes de su
padre.
No había pretensión alguna de
que la copa fuera dulce ya que su clamor de angustia revela un amor ferviente por la humanidad
perdida como oveja que no tiene pastor.
Cristo no se rindió porque
vino a cumplir el plan redentor para la humanidad
Porque el que hace la
voluntad de Dios permanece para siempre 1 juan 2:17
El mesías mismo debe
establecer la voluntad de Dios en medio del rechazo y el escepticismo religioso
aun sabiendo que lo iban a matar.
El
éxito de Jesús no fue mantenerse con vida, sino cumplir el propósito de Dios al
mantener su relación intima con el Padre.
Esa relación le costó la muerte pero también
vino sobre él la resurrección y por consiguiente vida eterna para nosotros.
Cuando pensamos en la
tentación de un cristiano generalmente estigmatizamos el pecado en el sexo, el
dinero o el poder, pero en realidad estas acciones sólo son el síntoma de algo más profundo y más intimo.
Nuestra mayor lucha no es contra satanás, ni
contra el dinero, ni contra las mujeres sino contra nosotros mismos, nuestra voluntad y deseo de hacer lo que
queremos y no lo que Dios quiere.
Nuestra sociedad nos exige
que cada día seamos más egoístas, que luchemos por lo que queremos y por los sueños que
tenemos
Pero
Jesús nos dice que oremos para buscar el consejo de Dios y sintonizar nuestra
voluntad con la de Él.
3.
La reprensión de Jesús(45 - 46)
Finalmente la última escena
refleja un panorama desalentador para Jesús, ya que ninguno de sus amigos pudo orar por él.
A pesar de estar en el jardín
con sus discípulos notó que realmente estaba solo.
Y Jesús termina esta porción
de la misma manera con la que inicio,
solo que esta vez los reprende y les recuerda:
Oren
para que no entren en tentación;
finalmente esta fue su última enseñanza, su legado.
¿Qué nos dice este pasaje hoy?
Sin duda la primera
invitación que Jesús nos hace hoy es a la
oración.
Es posible que podamos
encontrarnos aparentemente cerca de Jesús; porque venimos a la iglesia, porque hablamos
de Dios, colaboramos con la iglesia, diezmamos, vemos programas cristianos…
pero podemos estar como los discípulos…
DORMIDOS EN LOS LAURELES, DORMIDOS EN LA REALIDAD QUE ESTAMOS VIENDO,
DORMIDOS EN LA REALIDAD DE ESTE MUNDO, DORMIDOS EN LA REALIDAD DE NUESTRA
FAMILIA.
La oración nos permite estar
en intimidad con Dios, conocerle y saber de sus planes y propósitos para
nosotros.
No podemos ser cristianos sin mantener una
vida consagrada a la oración…
Orar no es un pliego de peticiones que le
hacemos al señor…
incluye también escucharlo a través de su palabra, adorarlo y estar
dispuestos a vivir en su voluntad.
-
Jesús
también nos advierte sobre la tentación.
En la oración debemos
asegurarnos de trabajar nuestro corazón para renunciar a nuestra voluntad y
buscar los planes de Dios,
Debemos ceder el control,
renunciar a nuestra comodidad y entregar a Dios todo lo que somos, todo lo que
sabemos, todo lo que tenemos y todo lo que hacemos.
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