Los procesos de reconstrucción son complejos y una de las realidades es tener mucha ayuda al principio pero luego la gente se le olvida seguir ayudando.
Para lograr la reconstrucción después de una catástrofe se
necesita paciencia y perseverancia.
A veces grandes ciudades se reconstruyen pero no vuelven a hacer lo mismo por ejemplo Valdivia.
Este texto nos puede
sonar familiar, porque Israel al igual que Chile tuvo que iniciar un proceso de
reconstruir toda la ciudad.
Para entender este pasaje, debemos saber que Israel estuvo
cautivo durante muchos años, cuando fueron deportados Babilonia destruyó toda
la ciudad.
El pueblo sufrió en tierras extrañas pero Dios les permite
volver a su tan anhelada libertad. Volver a casa era la motivación perfecta
para reconstruir las ruinas espirituales y físicas.
EL pueblo inició esta labor de la mano de Esdras y Nehemías,
pero en el camino de la reconstrucción surgieron opresiones y dificultades
eternas que los desanimaron y
suspendieron las labores de reconstrucción por espacio de 16 años.
Para Dios era importante que Israel reconstruyera el Templo,
porque de la mano de la construcción física habría un despertar espiritual.
El pueblo fue pasivo ante este mandato y en este contexto
Dios levanta al profeta Hageo para dar 4 profecías en un lapso de nueve meses.
De estas profecías podemos extraer algunos principios para
nosotros hoy:
La primera profecía es una denuncia porque el pueblo
no entendía el tiempo y el propósito de Dios
La profecía inicia con una queja de Dios: “ustedes no
entienden mi tiempo”
El pueblo postergó el proyecto de Dios que en este caso era
la reconstrucción del templo. La excusa la evidenciamos en 1:2 “el pueblo dice: aun no es el
momento apropiado para recontruir la casa del Señor”
Era evidente que Israel no estaba entendiendo el tiempo de
Dios, pasaron 16 años de abandono de la casa de Dios. Esto era importante
porque la identidad de Israel como pueblo de Dios giraba en torno al Templo.
Era el lugar donde habitaba Dios, Olvidarse
del Templo era como olvidarse de Dios
El tema del tiempo de Dios es recurrente en toda la
escritura.
Por ejemplo Abraham
no espero el tiempo de Dios para tener un hijo, él se adelantó y tuvo un hijo
con Agar lo que implicó terribles consecuencias.
El pueblo no espero el tiempo de Dios, no esperaron que
Moises descendiera del monte y se fueron a la idolatría con el becerro de oro.
Jesús siempre se alineó con la hora de Dios, en Juan siempre
recuerda “mi hora no ha llegado”, “Esta cerca hora” y “la hora ha llegado”
Creo que nosotros
también debemos preocuparnos no sólo por cambiar la hora de invierno y verano.
Debemos estar pendientes de alinear nuestra reloj con el tiempo de Dios.
Por otro lado, El pueblo tampoco entendió el propósito de Dios en este
momento de su historia. El anhelo de Dios era que volvieran a levantar su casa
y así recordaran que eran el pueblo de Dios llamados una nación santa, un real
sacerdocio para que de ellos saliera bendición para todas las naciones de la
tierra.
El pueblo abandonó el propósito de Dios y se concentró en
levantar sus propias casas, acumulando sus fuerzas y energías para sí mismo y
no pensaron en hacer lo que el Señor les estaba pidiendo.
Una de las preguntas más recurrentes que recibo como pastor
es ¿Cuál es propósito de Dios? ¿Cuál es el tiempo de Dios ?
Tenemos la tendencia de creer que cuando es una promesa de
Dios para mí el tiempo es ahora, ya.
Pero cuando se trata de una petición que Dios me hace, es
decir de mí hacia Dios, posponemos y estiramos el tiempo. En muchos casos nos
olvidamos de su petición.
La razón es que no hemos entendido ni el tiempo, ni el plan
de Dios.
Este texto repite en varias ocasiones la idea de hacer un
alto en el camino para Reflexionar, y creo que nosotros hoy día deberíamos parar
el ritmo de lo que estamos haciendo para preguntarnos ¿Estamos en el tiempo de Dios? ¿Estamos en el plan de Dios?
Hageo menciona que al no entender el tiempo y el plan de
Dios el resultado es que Dios detiene la
bendición. 1:9 ss
-
Cosechan
pero no recogen
-
Comen
pero no se sacian
-
Bebían
pero no hay satisfacción
-
Se
vestían pero siguen con frío
-
Tenían
salarió pero caía en saco roto.
¿Nos hemos sentido en algún momento con esta sensación de no
tener satisfacción?
De las cuatro profecías de Hageo una nos denuncia y tres nos
traen palabra de bendición como consecuencia de levantarnos a hacer la voluntad
del Señor.
El pueblo escuchó a Hageo, se levantó para reconstruir el
templo Dios vuelve para levantar su voz para traer promesas de bendición:
-
Yo estaré con ustedes: a pesar de la infidelidad del
pueblo que por 16 años se olvidó de Dios. Dios no se olvidó de ellos, no cambió
sus planes. Él pudo haber escogido otra generación pero fue paciente. Dios
demuestra su amor siendo persistente con nosotros hasta que reaccionemos y
retomemos sus propósitos.
- La
segunda promesa gira en torno a la gloria de Dios v. 1:8 “Yo veré con gusto la
reconstrucción y manifestaré mi gloria” La manera en que podemos ver la gloria
de Dios es cumpliendo sus propósitos.
-
Derramaré una gloria mayor
que la pasada, (v2:8,9) El tempo hecho por Salomón fue el más especular de toda la historia, en el tiempo de Hageo no
lograrían ni acercarse a un Templo como el de Salomón. Sin embargo Dios les
dice que iba a manifestar una gloria de Dios que tenía que ver con su presencia
y su paz. Paz entendida como la plenitud de la vida.
-
Esta promesa al mismo tiempo es una promesa mesiánica, el templo postrero derramaría
toda la manifestación del esplendor de
Dios y sin duda Hageo esta anticipando al EMANUEL. Dios con nosotros.
¿Cómo nos
habla este texto hoy?
-
Como
iglesia y personalmente debemos preguntarnos ¿Estamos en el tiempo de Dios?
¿Creemos que los planes en los que trabajamos son de Dios? ¿Creemos que podemos
contruir nuestra vida y al mismo tiempo construir el proyecto de Dios?
-
Es
importante entender que Dios esta interesado en nuestros tiempos personales
pero que también desea que trabajemos en su plan y en su proyecto.
-
Después
de Jesús Dios ya no habita en un lugar físico, en un templo. Nuestro proyecto
no es un templo, pero si tenemos un proyecto: Construir el Reino de Dios. Esto implica una construcción espiritual desde nuestro propio corazón
hasta poner al servicio de Dios nuestros dones para que otros puedan
reconstruirse.
-
Además
de lo espiritual tenemos una responsabilidad con la Iglesia, de edificarla, de
construirla, en algunos casos de reconstruirlas.
No entender los tiempos de
Dios es poner nuestras propias agendad y no escuchar la agenda de Dios.
Hageo nos invita a escuchar los planes de Dios, su voluntad
reflejada en las escrituras.
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