Iglesia Cristiana Encuentro Con Cristo - Temuco

domingo, 8 de enero de 2017

Devocionales para enero

El libro de proverbios nos provee  el consejo inspirado por Dios para hallar la sabiduría, lo que nos permite  vivir  la cotidianidad conforme a su voluntad divina y perfecta.
  
La sabiduría no es información acumulada, tampoco es conocimiento adquirido por la ciencia, ni entendimiento de asuntos cotidianos.  La sabiduría puede definirse como la compresión, que con discernimiento, es llevado a la práctica en la situación y momento oportuno (Cardona, 2011).

  
  La invitación del Señor es mejorar nuestros  hábitos, de tal manera  permitiendo que su Palabra transforme tres dimensiones de nuestra vida: Nuestro pensar  + nuestro ser y nuestro hacer. Es decir que el conocimiento acertado, la convicción acertada y la conducta acertada es evidencia de una vida de sabiduría.

   En nuestros devocionales diarios, podemos leer la palabra y permitir que ésta nos transforme de acuerdo a:

1. El conocimiento correcto que replantea  directamente nuestra manera de pensar. 
2. La convicción correcta, que  llega a impactar nuestro corazón  y que surge como resultado de nuestro conocimiento.
3. La actitud correcta, que nace de nuestro conocimiento y de nuestras convicciones.
La invitación es leer cada día la porción Bíblica de acuerdo a estas tres dimensiones.

Proverbios para confiar en Dios


1. Confío en Dios con todo mi corazón.

Domingo
8
Proverbios 3:5
Lunes
9
2:1-9
Martes
10
3:13-18
Miércoles
11
 23:17-18
Jueves
12
 4:10
Viernes
13
 4: 22
Sábado
14
 8:35
Domingo
15
 20:22
Lunes
16
22:17
Martes
17
24:13-14
Miércoles
18
8:11-12

2. Rechazar la falsa confianza 


Jueves
19
28:26
Viernes
20
11:28
Sábado
21
28:4
Domingo
22
29:6
Lunes
23
23:17
Martes
24
4:13-15
Miércoles
25
1:15
Jueves
26
3:31
Viernes
27
5:6-8
Sábado
28
31:27
Domingo
29
8:13
Lunes
30
16:20
Martes
31
19:21

  












Cultos semanales

domingo, 15 de mayo de 2016

Adoración & Gratitud salmo 100

El salmo 100 es  un cántico.  Los cantos fueron usados como ayuda pedagógica para Israel.
Muchas veces se recordaba el gran momento en el que Dios liberó a su pueblo de Egipto y otras proezas del señor.

Los israelitas aprendieron a componer canciones para declarar y recordar las maravillas de Dios y así las transmitían de generación en generación.
En el templo se cantaban los salmos para grabarse en la mente las enseñanzas, las doctrinas y las proezas de Dios.

El salmo 100 es un salmo de adoración y un salmo de acción de gracias del que podemos aprender ¿Cómo hemos de llegar delante del Señor? ¿Cómo debe ser nuestra liturgia en la iglesia?

Aclamen alegres al Señor, habitantes de toda la tierra;
adoren al Señor con regocijo.
Preséntense ante él con cánticos de júbilo.
Reconozcan que el Señor es Dios;
él nos hizo, y somos suyos.
    Somos su pueblo, ovejas de su prado.
Entren por sus puertas con acción de gracias;
    vengan a sus atrios con himnos de alabanza;
    denle gracias, alaben su nombre.
Porque el Señor es bueno y su gran amor es eterno;
    su fidelidad permanece para siempre.

La estructura de está salmo está en versos Timembres, (de tres partes). Estos versos están liderados por siete verbos imperativos:
-          Aclamen
-          Adoren
-          Preséntense
-          Reconozcan
-          Entren
-          Vengan
-          Denle gracias

Estos verbos pueden agruparse en dos grupos de tres;
los tres primeros  (Aclamen, adoren, preséntense)
y los tres últimos (Entren, vengan y den gracias),
Quedando en el centro un solo verbo que quiero sugerir que es el centro de todo el pasaje. (Reconocer)
El primer grupo de verbos tienen que ver con la acción de presentarse delante de Dios en una actitud de adoración. (1-2)

El primer verbo es ACALMEN, en algunas versiones dice canten, sin embargo la invitación inicial del salmo es más que un canto, es mucho más que abrir nuestras bocas.

En primer lugar debemos notar que la invitación no es en singular todos los verbos están en plural y el verso uno nos dice que se exhorta a  todos los habitantes de la tierra, y este salmo está dirigido para quienes están en los atrios.

Es decir los que de alguna manera llegaron al templo a buscar a Dios.

Este salmo invita a una confesión de fe, no de carácter personal sino en comunidad donde expresamos con voces de júbilo las grandezas y las maravillas del Señor. Nos lleva a la aclamación  y a la proclamación con palabras y acciones.

La adoración tiene dos característicases en comunidad y es con un espíritu de gozo, de alegría y de regocijo.

Para presentarnos al Señor según el modelo del salmo 100 debemos cumplir con estas dos características; es decir que el Señor nos pide que seamos comunidad. Eso no es que compartamos un espacio. Podemos juntarnos 100 personas en el mismo lugar pero no en un mismo espíritu y eso no es comunidad.

Hechos de los apóstoles nos define que es una comunidad; Los discípulos estaban juntos, unánimes y en común acuerdo

Tendemos a pensar que entre más integrantes tenga un grupo de personas juntas menor gozo y menor alegría podemos tener. Es decir donde hay seres humanos hay desacuerdos, hay heridas, hay pecados, hay frustración, hay actitudes con intensión o sin intensión que nos causan dolor.
Sin embargo a Dios se le ocurre decirnos hoy que tenemos que llegar en comunidad y alegres a pesar de que somos humanos.

¿Cómo logramos ser comunidad y tener gozo al mismo tiempo para llegar a la presencia de Dios?

-     Logramos ser comunidad por la obra del Espíritu santo en nosotros. Aunque somos de diferentes razas, idioma, cultura, ideas, caracteres, mañas… podemos ser comunidad partiendo del hecho de que somos uno porque tenemos una sola fe, un solo señor y un solo bautismo.

-          Y por otro lado podemos mantenernos en comunidad cuando practicamos la disciplina de pedir perdón y de perdonar. No somos perfectos, somos pueblo de Dios en vía de santificación, estamos siendo formados y solo habrá libertad en esta iglesia para adorar al Señor cuando tengamos el gozo de perdonar y ser perdonados.


El segundo grupo de verbos (4-5) Entrar, venir y dar.

Estos verbos tienen que ver con la acción de llegar delante del Señor con la libertad para entrar al Templo.
En la estructura del salmo vemos que debemos cumplir la primera exhortación; ser comunidad y tener gozo para entrar a la presencia de Dios.

Por otro lado el texto nos evoca a los protocolos culticos de Israel. Cuando ellos llegaban al templo se acercaban  para lavarse la manos y hacían sacrifico como símbolo de purificación. Había una conciencia que para llegar a la presencia del Señor era necesario estar limpios. 

Los israelitas pedían perdón por sus pecados y llegaban a los atrios con acción de gracias por los favores y por la gracia recibida en el sacrificio.

La exhortación del salmo no es a llegar ante el Señor a decir gracias, más bien  preparar nuestro  encuentro con Dios  al levantarnos, venir y presentarnos con el corazón en actitud de gratitud constante.
En la gratitud se encuentra gozo, pero al mismo tiempo sólo un corazón gozoso logra encontrar el camino de la gratitud.

Hay una diferencia entre dar las gracias  y la gratitud.

Dar las gracias es eso que hacemos usualmente con las personas y con Dios.  Pero la gratitud nace cuando entendemos quienes somos en Dios y quién es Dios  

El mundo nos tiene convencidos de que nosotros somos merecedores de las cosas que nos pasan, aún más allá creemos que somos autores de las bendiciones que recibimos.

Nos hemos creído el cuento que es por nuestro trabajo, dones, habilidades que somos lo que somos… cuando creemos esto aprendemos a decir “gracias” automáticamente pero esto no es lo que nos revela el salmo.

La gratitud nace en nosotros cuando llegamos a la verdad de que no merecemos nada y que todo lo que tenemos es por la gracia de Dios y que nosotros no somos autores de nada. Dios es el gran autor que nos da posibilidad de hacer y de tener.

La gratitud no depende de lo que Dios nos da porque con frecuencia creemos que lo que Dios nos da es insuficiente. La gratitud parte de lo que Dios es y ha hecho por nosotros.

Cuando logramos deshacernos de las falsas expectativas y de nuestros propios deseos nace un corazón que se alegra y se asombra cada día por la obra de Dios. 

Hemos perdido la capacidad de asombrarnos por lo que Dios hace y este salmo nos llama a replantear nuestro culto.

Quiero sugerir que el corazón del pasaje es el verso  3 “Reconozcamos que el Señor es Dios. Que Él nos hizo y somos suyos, somos su pueblo y ovejas de su prado”

Hemos hablado de aclamar al Señor en adoración, en comunidad, con gozo y con un corazón que evidencie gratitud. Pero si no acatamos esta exhortación del verso 3, sin duda no lograremos estas acciones.

Solo podemos adorar a Dios cuando le conocemos, no podemos adorar a un Dios desconocido. Pero el conocimiento implica que reconozcamos a Dios como el Señor de todas las cosas, el dueño de los sueños, de los proyectos, de la iglesia. A su vez reconocer quienes somos nosotros; somos creados, somos suyos, somos limitados.

 Reconocer a Dios en su lugar implica dejar de lado el pecado del orgullo y la  autosuficiencia. Necesitamos dejar de ser pequeños dioses de nuestras vidas, bajarnos del trono y entregar todas las áreas de nuestras vidas al Señor de acuerdo a su voluntad.

Muchas veces tenemos áreas a las que nos apegamos, y no permitimos que Dios intervenga como Señor en ellas: puede ser lo sentimental, puede ser lo económico, el trato con nuestra familia, nuestros proyectos.

Pero el señor quiere que lleguemos con las manos en alto…. A veces levantamos una y con la otra nos aferramos a lo que nos da seguridad y protección pero finalmente este salmo nos lleva a que juntos levantemos nuestras manos como símbolo de entrega, rendición, sumisión, sometimiento y humillación.

martes, 24 de marzo de 2015

Dichosos los perseguidos

Dichosos los perseguidos por causa de la justicia,
 porque el reino de 
los cielos les pertenece.
Dichosos serán ustedes cuando por mi causa la gente los insulte, los persiga y levante contra ustedes toda clase de calumnias. 12 alégrense y llénense de júbilo, porque les espera una gran recompensa en el cielo. Así también persiguieron a los profetas que los precedieron a ustedes.

Las últimas dos bienaventuranzas están relacionadas entre sí,  el perseguido y el vituperado por causa del Señor.
Como dijimos la semana pasada hay una resonancia entre las bienaventuranzas la 1 con la 5, la 2 con la 6 y en este caso la 4 con 8 “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia” y bienaventurados los perseguidos por causa de esa misma justicia.
También debemos notar que estas últimas dos afirmaciones terminan el ciclo de  la misma forma como se comenzó. La promesa para el pobre de espíritu es el Reino de Dios, igual para quien es perseguido por causa del Señor.
Jesús trae a la mesa un tema propio de los cristianos; la persecución.
El solo hecho de ser testigos del Señor trae consigo persecución. Jesús, sus discípulos y seguidores se convirtieron en personas incómodas para las personas de la época que vivieron, eran tan radicales que estaban en contraposición con el reino de las tinieblas  y eso mismo debe caracterizarnos a nosotros; somos la luz en medio de las tinieblas y somos la sal en un mundo que debe ser preservado por el evangelio.
Si miramos un poco la historia de la iglesia en Hechos de los apóstoles, es una historia de persecución, la iglesia inicia su crecimiento por el mundo conocido después de la muerte de Estaban porque se esparcen para llevar el evangelio. Esta persecución fue cruel, hechos nos muestra lo peor del imperio romano y lo mejor del Espíritu Santo porque estos perseguidos vieron el poder de Dios para guardarlos, para guiarlos y para manifestarse con señales y prodigios. No fue una iglesia de mucho hablar fue una iglesia en la se evidenciaron los hechos del Espíritu santo.
La persecución no fue nueva en la historia del pueblo de Dios, los profetas también fueron perseguidos y la promesa es que nosotros en este tiempo seremos perseguidos.
Solo con cumplir  estas 8 afirmaciones de bienaventurados estaríamos en la lista de candidatos para ser perseguidos; amar la justicia trae enemigos, amar la paz trae enemigos, ser manso trae enemigos etc.
Jesús nos dice que ser perseguidos por causa de Dios es una bendición. Pero Jesús  también  es claro en decir  que la causa de la persecución debe ser el evangelio y la justicia divina.
-       Jesús no habla de persecución por nuestro carácter:
Nosotros podemos ser perseguidos por muchas razones que no son la causa del evangelio, por ideales propios, pecados pasados, nuestro propio carácter pecaminoso, por ejemplo aunque seamos hijos de Dios a veces somos irrespetuosos, groseros, imprudentes, y si nos persiguen por esa causa no somos dichosos.  No podemos afirmar que si no pagamos la tarjeta de crédito y los cobradores nos persiguen por teléfono, a la luz de este versículo que somos bienaventurados.
-       Jesús no habla de persecución legalista o religiosa
Estamos llamados a proclamar el evangelio de Cristo, pero no estamos llamados a proclamar una religión y a proclamar “una iglesia”. Muchos cristianos dedican sus fuerzas a defender doctrinas humanas pero no el evangelio, a veces hay  persecución entre las mismas congregaciones porque unos son de una denominación y otros son de otra.
A veces también hay persecución entre los mismos hermanos de la iglesia. La justicia de Dios no tiene nada que ver con la división del cuerpo de Cristo.
¿Cómo debemos entender la persecución?
Como principio general, en cualquier época, en cualquier lugar  la persecución nace cuando “hay una fe genuina” porque el  cristiano verdadero no es perseguido por ser bueno sino por ser justo y santo, porque marca la diferencia en humildad y mansedumbre.
Jesús no fue perseguido por los fariseos por ser simplemente bueno, lo fue por su justicia y por sus palabras que denunciaba la hipocresía, fue odiado por su santidad y su verdad total y absoluta.



La persecución puede venir en diferentes empaques, según el contexto, según la época por ejemplo:
1.      Opresión espiritual:
Poco hablamos de Satanás y sus aliados pero la biblia nos dice que el trabajo de Satanás es oprimirnos, hacernos caer en tentación, alejarnos de Dios y por supuesto dividir la iglesia.
No podemos afirmar una lista “de síntomas” para identificar la opresión espiritual pero debemos decir que a veces hay cansancio espiritual, hay culpa, poco deseo de ir a la iglesia, poco deseo de leer la palabra y en algunos casos manifestaciones demoniacas.
Frente a esta persecución que es más común de lo que pensamos, que es diaria y que es constante debemos orar con intencionalidad, buscar ayuda y leer mucho la palabra.  En la palabra y la oración Dios nos da el recurso para vencer-
“Someteos, Resistid al Diablo y él huirá de vosotros” Santiago 4:7

2.      Persecución física:
Quizá esta es la menos común en nuestro contexto, esto no quiere decir que no nos pueda pasar. Alrededor del mundo hay cristianos perseguidos que entregan sus vidas para no negar a Cristo.

3.      Persecución ideológica:
Esta es la manera más común con la que nos estamos enfrentando los cristianos modernos, de una manera muy sutil estamos cediendo ante esta gran persecución. Los gobiernos están tomando decisiones que contradicen abiertamente los principios Bíblicos y la iglesia esta callada. Es más los cristianos dan su voto por quienes están a favor de prácticas anti cristianas.
Por ejemplo,
-       La nueva era y el ocultismo se han disfrazado para llenar nuestra mente de principios y prácticas que son abiertamente opuestas al reino de Dios.
Nuestros hijos están expuestos a través de los programas infantiles de una manera sutil pero directo a prácticas del ocultismo. Hay películas de waltdisney que evocan el budismo, magia, rezos y conjuros.
Esto esta permeando la mente y el corazón de los niños. Y los niños están más expuestos a esto que a la palabra de Dios. Una película dura 2 horas y el devocional en la casa escasamente 5 minutos.
Frente a esto yo diría que no tenemos una persecución porque la persecución implica resistencia. Frente a esto veo que nosotros simplemente nos rendimos y cedimos el terreno del corazón de nuestros hijos y la futura generación de creyentes.
Esto sin mencionar las letras de las canciones que cantan nuestros jóvenes con alto contenido obsceno.
-       El homsexualismo: Los gobiernos, la televisión y el mundo está a favor de la libertad del desarrollo de la persona. Somos perseguidos cuando nos levantamos para afirmar una verdad que suena antigua y ridícula hoy. Dios creo un hombre y una mujer y no podemos aceptar que la época moderna cambie el concepto de familia. 
-       El aborto, la legalización de la marihuana entre otros temas.
En nuestra época el enemigo no tiene que matarnos, porque no somos peligro para nadie. El evangelio se ha reducido tanto en nombre “del amor y la tolerancia” que sencillamente debemos reconocer que no estamos siendo perseguidos. Nuestras iglesias están llenas de personas convertidas no al evangelio de Jesucristo, no a la causa de Jesucristo sino convertidas a una evangelio creado a su propio pensamiento, conforme a sus conveniencias, un evangelio que ya no es poder para salvación sino poder para sacar el campeón que tienen dentro, poder para explotar tu potencial, poder para triunfar, para ser prospero, poder para muchas cosas menos para llenar de luz al mundo que esta engañado en las tinieblas.
Vivimos una época donde escasean los radicales, en la que el evangelio ya no es motivo de vituperio y persecución 
LUCAS 6:26 ¡Ay de ustedes cuando todos los elogien!
    Dense 
cuenta de que los antepasados de esta gente trataron así a los falsos profetas.

Es más frecuente que los cristianos lean cada vez más poco la  Biblia, y el resultado es que si no conocemos la palabra de Dios, no podremos resistir al Diablo, no podremos ganar la batalla, no podemos interpretar los tiempos en los que estamos y por ello la iglesia está siendo engañada y guarda silencio ante estas nuevas realidades ideológicas.


El énfasis del evangelio de Mateo y del Sermón del Monte es el Reino de los Cielos. Recibamos la invitación de Jesús a largo de estas bienaventuranzas para anhelar vivir como dignos representantes del Señor en la tierra, anhelando que el Reino de Dios se establezca entre nosotros.


Dichosos los pacificadores



Esta serie de las bienaventuranzas del Sermón del monte nos han anidado y exhortado a vivir la         
vida cristiana de acuerdo a los parámetros establecidos por Jesús. Hemos dicho que no se trata de una serie de condiciones o tareas a cumplir, el asunto es mucho mas complejo, pues no se trata de hacer sino de ser.
Si hacemos un resumen podemos notar que:
La primera bienaventuranza es el requisito para el resto: Solo el que es pobre de espíritu será… consolado, manso, tendrá sed de justicia, limpio de corazón etc.
Lo segundo es que las bienaventuranzas tienen un orden específico, según las normas de escritura de los judíos  y están relacionadas unas con otras asi:
La 1 con la 5 Los pobres en espíritu está relacionado  con los misericordiosos.
La 2 con la 6 Los que lloran con el corazón limpio / dijimos que Dios pone tristeza para el arrepentimiento y en realidad sino lloramos por nuestro pecado nunca tendremos un corazón limpio.
La 3 con 7 Los mansos / humildes con los pacificadores. /
Hoy veremos quienes son los pacificadores pero debemos tener en cuenta el contexto de los mansos. Solo aquel que es manso puede llegar a hacer pacificador.
El tema que se nos pone sobre la mesa es: La paz y los pacificadores.
La paz, tan anhelada paz… Estas fueron una de las últimas palabras del Señor Jesús a sus discípulos: “La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden”, fueron dadas  en un contexto  de tensión política en la lucha de los fariseos en irse contra Jesús, en tensión emocional frente a los acontecimientos de la resurrección de Lázaro y tensión con discípulos ante el anuncio de la muerte de Jesús y la predicción de la negación de Judas.
La paz no es la ausencia de peligro o conflicto, es la presencia de Dios en medio de las circunstancias.
Esta bienaventuranza parece ser una la de las que más necesita escuchar este mundo. Nosotros hemos escuchado por años los conflictos y las guerras del mundo y por estos días leemos en los diarios que nuestra región está en conflicto.
Escuchamos los intentos de los hombres, los gobiernos y las organizaciones para encontrar una respuesta ante los conflictos y guerras. Sin embargo vemos que el mundo sencillamente no puede encontrar la paz. Esto debido a que la verdadera paz no es un tratado, no es un acuerdo, no es una firma en un papel, no son las buenas intenciones, no es dejar de hacer lo malo.
La paz es una característica de Dios y un fruto del Espíritu Santo, por lo tanto no es algo natural para el ser humano, no la logramos evidenciar en nosotros por esfuerzos propios, ni por ejercicios académicos, ni por ideologías. Tampoco es algo circunstancial que dependa de nuestro contexto.
Es más,  Jesús en su enseñanza no se está refiriendo directamente a la paz, ni a su sostenimiento sino que se dirige a los responsables de la paz y nos dice: Bienaventurados los pacificadores porque serán llamados hijos de Dios. Esto no quiere decir que los que busquen la paz serán hijos de Dios, quiere decir que todos los que somos hijos de Dios tenemos el peso y la obligación de ser pacificadores. Podríamos afirmar que la paz del mundo depende de los hijos de Dios.
Por lo tanto, las guerras y los conflictos son la ausencia de Dios y ausencia de los hijos de Dios, de los pacificadores. La razón es que esos hijos de Dios a veces no logran llegar a ser pacificadores porque su corazón aun no es manso. Podríamos afirmar que la falta de paz es la presencia de un corazón que aún está lleno de maldad.
El requisito para la paz y para el pacificador es entonces un corazón transformado por el poder de Dios. La verdadera paz nace solo de Dios y de los hijos de Dios que se someten a su voluntad y que son nacidos de nuevo.
Podemos tener la tentación de pensar que la paz mundial es inalcanzable y que no tiene que ver con nosotros, pero en realidad la situación mundial es solo un espejo que evidencia una realidad de la familia y de nosotros mismos. Los principios que atentan contra la paz son el corazón duro, egoísta, vanaglorioso, soberbio y esto se refleja en el mundo, en la iglesia, en los hogares y aun en nuestro propio corazón. Una persona puede vivir sola en el mundo y aun así estar en conflicto sino tiene paz con Dios.
¿Cómo podemos definir a los pacificadores?
1.      Debemos decir que los pacificadores no son esas personas que quieren la ausencia de  conflicto a toda costa. Hay personas que ceden sus principios y sus opiniones para evitar las tensiones. Vemos que Jesús confrontó con sabiduría la conducta inadecuada de los fariseos. (por ejemplo la mujer que se deja golpear por el marido para que no halla conflicto en la familia)
2.      Tampoco son los que tratan de mediar el conflicto queriendo quedar bien con las dos partes. No siempre el acuerdo es lo correcto, cuando se trata de principios bíblicos y de peticiones de Dios necesitamos tener una postura  radicalmente misericordiosa. 
3.      Entonces, Son aquellos que, en primer lugar han experimentado estar en paz con Dios. Que han solucionado sus cuentas con Dios a través del arrepentimiento y la conversión. Solo el que vive en paz puede ser pacificador.
4.      El pacificador es aquel que tiene un espíritu apacible, es decir que está libre de brusquedad y violencia y por ello resulta agradable o tranquilo. Nadie creería en un pacificador tosco, poco amable, duro y sin misericordia. ¿Somos lugares de paz? ¿Las personas pueden contar con nosotros porque somos agradables y confiables? ¿O nos llamamos hijos de Dios pero somos conflictivos, bruscos y no generamos tranquilidad?
5.      También el pacificador es aquel  que sesea la paz, y hace todo lo que puede por crearla y mantenerla. Es alguien que trata en forma activa que haya paz entre las personas, entre grupos, entre naciones. Es obvio, por tanto, que se puede decir que es alguien que está por encima de todo preocupado por conseguir que todos los hombres estén en paz con Dios. 

¿Qué sería de nuestra familia, de nuestra iglesia y de nuestro país si todos decidiéramos ser pacificadores, con el corazón manso y limpio? ¿Qué sería de nosotros si decidimos ser instrumentos de bendición?

 No tendríamos odio, celos, crítica y muerte… seríamos realmente el propósito de Dios para la tierra.

2 Crónicas 7:14  nos afirma con claridad que el hombre está en la condición que está por no reconocer el Señorío de Dios y porque ha querido ser el señor de su propia vida. El hombre ha querido señorear sin Dios en orgullo y en independencia. “puedo solo” Las guerras, la perdición y nuestras tragedias humanas provienen de la decisión de Dios de eliminar a Dios de su vida y de su agenda.

Qué podemos esperar de una familia enferma, de una iglesia enferma, de unos gobernantes enfermos. Enfermos en su corazón, o sea que necesitamos urgentemente un trasplante de corazón y el único donante compatible es Dios.  Este es el único trasplante seguro y efectivo que cambia la condición en la que está el enfermo a punto de morir, el único trasplante que no tiene peligro de muerte sino de vida y vida en abundancia. Este es el único trasplante que no requiere hospitalización porque su recuperación es inmediata.

La promesa de Dios para nosotros es el más alto privilegio que puede tener un ser humano sobre la tierra. Ser hijo de Dios, instrumento de justicia, instrumento de amor en un mundo perdido en la guerra

Deberíamos orar como Francisco de Asís.

Señor, haz de mi un instrumento de tu paz.
Que allá donde hay odio, yo ponga el amor.
Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón.
Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión.
Que allá donde hay error, yo ponga la verdad.
Que allá donde hay duda, yo ponga la Fe.
Que allá donde desesperación, yo ponga la esperanza.
Que allá donde hay tinieblas, yo ponga la luz.
Que allá donde hay tristeza, yo ponga la alegría.

Oh Señor, que yo no busque tanto ser consolado, cuanto consolar,
ser comprendido, cuanto comprender,
ser amado, cuanto amar.

Porque es dándose como se recibe,
es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo,
es perdonando, como se es perdonado,
es muriendo como se resucita a la vida eterna.